lunes, 28 de octubre de 2013

Solo una parte del encanto

Como todo egoísta, odié a los artistas que me hicieron sentir que yo no podía hacer eso que ellos hacían. No me importaba eso que hacían, si no, lo que yo no lograba alcanzar. Y lo otro, lo de los Ramones, siempre pensé que podía. Obvio que nunca lo hice, y también las veces que lo intenté, me salió muy mal. Pero todavía me gusta escucharlos y pensar… “Yo puedo”. Creo que parte del encanto esta ahí. Lo mismo con Lou Reed. No entendía un carajo lo que decía, pero lo cantaba. Y lo que tocaba, yo pensaba que lo podía hacer. Aunque no podía. Aunque nadie pudo. Aunque fuera más imposible que "While My Guitar Gently Weeps", yo entendía que algún día podía fabricar una canción como Lou Reed. Y después, cuando descubrí lo que decía, me identifiqué. Pensé que yo era el protagonista de todas sus letras. Pensé que me conocía, o que si nos cruzábamos por alguna calle de NY me iba a saludar, porque sabía que yo lo escuchaba, que lo traducía, lo entendía, y era como él. Siempre, claro, pensando en mí. Y Lou no pensaba en mí. Pero sólo me di cuenta de eso el día que murió. También debo contar que nunca fui a NY. Y no se si alguna vez iré. No me interesa. De todos modos, pensé siempre que Lou era una de esas personas que capaz elegían partes del mundo donde viajar que no están en ningún folleto, y que tal vez, alguna vez caía por Rosario o Junín, y que mientras yo salía del Cine Monumental de la mano de Luca (mi hijo) después de ver Madagascar 2, nos íbamos a cruzar con Lou y el me iba a decir “Hola” y yo le iba a levantar la mano en el mismo momento que le decía “Como va”. Y después Luca me iba a preguntar ¿Quién es, papi?” y Yo: “Lou Reed hijo; un músico muy importante, un tipo que después de que sacó el disco ese de la banana que te gusta a vos mirar, los que vinieron después le deben todo”. “¿Y te conoce papi?” “Y capaz que no, pero entre nosotros nos conocemos” “¿Quienes son nosotros?, ¿Me conoce a mi?” “Todavía no sé hijo, pero no tiene mucha importancia ahora” Miles de veces pensé eso. Miles, millones. Cambió la película, las calles, pero no el encuentro ni el diálogo. Miles. Pero miles de verdad. Y ahora, sigo pensando en boludeces. Sigo pensando que no se murió. Y que vive en alguna parte del mundo retirado, o cantando con pelucas. Como esas historias mediocres que se cuentan de Elvis o Morrison, unos medio pelo al lado del viejo Lou. Entonces, como esos son medio pelo, capaz que el viejo se les caga de risa en la cara y la hace bien en serio. Y esta viviendo en Paris, o en el sur de Argentina, o en Somalía o en Honolulu o en Rosario. Capaz que me lo encuentro cruzando la calle un sábado a la mañana mientras sale de la esquina de la Oportunidad…yo vengo caminando por San Luis con Luca de la mano. Me paro a comprar un pancho antes de llegar a Corrientes y me choco con un tipo con cara conocida, y me saluda. Yo también lo saludo. Le pregunto como anda, y me contesta que bien. El resto de la historia, ya la saben.

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