martes, 19 de noviembre de 2013

EL DÍA DESPUÉS

Juntamos dos mesas y pedimos dos café en jarrita, un cortado chiquito, un sándwich de miga triple de jamón y queso, una lata de coca, y Pablo luego se paró varias veces. Primero a buscar algo dulce, y después para buscar algo salado, y así sucesivamente. Creo que había fumado. Cuando llegó el Polaco se sentó y no dijo nada por unos minutos. Nosotros seguimos hablando sobre alguna de las cosas que íbamos a realizar de las que quería el Rengo. Y al fin soltó: “yo lo de la muerte todavía no lo puedo resolver”. –“Ahhh, ¿no?, que vivo que sos”. Más allá del juego de palabras, lo que le quiso decir no se quién fue al Polaco, es que nadie puede resolver eso, y todos a menudo pensamos como sobrellevar semejante cosa inconclusa, inexplicable –salvo fisiológicamente- y un montón de calificativos más con los que perderíamos el tiempo leyendo y escribiendo. Y ahí comenzaron las posturas de cada uno. Merengue, por ejemplo, no se fue por las ramas…no recuerdo bien que dijo. Pablo tampoco. Rubén tampoco. Leo tampoco dijo nada. Yo dije algo de mis abuelas, cortito, sólo que a partir de la muerte de ellas había comenzado a tratar de tomarlo con más naturalidad, como algo que pasa si o sí, y que bueno, había preferido no ir a sus velorios, que a la última la habían enterrado a las 4 hs de muerta, y que esa noche no pensaba entrar a mirar el cajón ni nada por el estilo. Y que estaba ahí sólo porque sabía que nos íbamos a juntar y a tratar de no pasarla como el orto, solos, en nuestras casas, taladrándonos la cabeza con pensamientos que no nos iban a devolver nada de lo que ya no estaba. Todo eso lo dije en, pongamos, dos minutos. O sea, el único que habló, en definitiva, fue el Polaco. Y dijo un montonazo de cosas, siempre interesantes, con mucha razón, pero inexplicables y sin un resultado concreto, que nos de una pauta, o al menos una esperanza de que si seguíamos hablando sobre eso íbamos a lograr alguna conclusión. Entonces el tema se diluyó. Y pasamos a charlar sobre canciones, y cuando me puse a tararear Merengue me pidió por favor que no lo haga, porque lo hacía muy mal y nunca se podía dilucidar cuál era la canción en cuestión. Todo, porque una vez lo llamé por teléfono para que me sacara de la duda sobre que canción era una que cantaba la hinchada de NOB, que yo estaba seguro que era una de los ’80. Cuando la descubrí, a través de una persona muy joven que me dijo que no era de los ’80, sino de una banda de cumbia, supimos que, esa banda en cuestión había hecho una versión de una canción bien ochentosa que cantaba una banda española llamada Hombres G. La canción, horrible pero pegadiza, es “Devuélveme a mi chica”. Más conocida por los más jovatos, como la canción que habla del polvo ‘pica pica’. En la mesa nadie recordaba esa canción. Sólo Ricardo que estaba en otra mesa, y que creo es el más grande de todos los presentes, recordaba el tema en cuestión. Yo me fui a mi casa pensando lo que pienso siempre. Que todos, absolutamente todos lo momentos de la vida están atravesados por una canción. Tal vez no recordamos esa canción, lo cuál no le quita credibilidad a la teoría. O sea, si un árbol cae en la nada, hace ruido. No seamos tan ingenuos y egoístas de pensar que no hace ruido sólo porque no lo escuchamos. Hace ruido. Así que si no te acordás cada momento de tu vida y su canción respectiva, no quiere decir que no hayas vivido y ese momento de la vida no haya tenido su canción. En ese sentido, conté, que esta canción igual de pegadiza y horrible, la tenía en mis recuerdos infantiles en la pileta del club Newbery de Junín, cuando los sábados por la tarde probaban el sonido de Long Time, el boliche que estaba justo debajo de la pileta. Raro, pero así era. Es más, la parte de los reservados del boliche y el gimnasio de la pileta estaban divididos por una persiana de chapa. Y muchas más canciones atravesaron esos días mientras nadábamos, nos tirábamos del trampolín o jugábamos en el gimnasio. Una que si tengo en la memoria es “Mi novia se cayó en un poso ciego” y “Conversación nocturna” de los Cadillacs, “Halei Selassi” de los Pericos, y esta española que les contaba antes. Acá se da que confluyen etapas de la vida que coinciden con las canciones que sonaban en el momento, pero no es determinante con mi teoría que esto sea así. Puede que se recuerde una etapa de la vida con una canción que funcionó de soundtrack en ese momento, y no fuera una canción de moda o algo por el estilo. Por ejemplo, cuando mi abuelo estaba en las últimas, recuerdo a “La ruta del tentempié” de Charly García. Fui a un show de la banda rosarina Degradé donde la tocaron y no me salió más de la cabeza. Me levanté resacoso al otro día, busqué el disco Parte de la religión, no lo encontré y ahí nomás me fui para Utopía y me lo compré otra vez. Ahora tengo dos. También cuando nació mi primer hijo escuché mucho “Lucy in the Sky with Diamonds” de los Beatles, “Oh la la” de los Faces y “Money” de los Shocklenders. La cuestión es que al otro día de este encuentro, volviendo sobre mis abuelas (que al final no sobrellevé ni resolví un carajo) le pregunté al polaco por su familia y redescubrí que su padre había muerto. Lo recordé cuando me lo volvió a contar. A la noche repasé parte de la discografía de El regreso del Coelacanto y entendí de lo que habla “Otro gordo se fue” y “Todo salió mal”. Y esas dos canciones van a estar adjuntas con el recuerdo de estos días en que estoy escribiendo esto, para siempre.

lunes, 28 de octubre de 2013

Solo una parte del encanto

Como todo egoísta, odié a los artistas que me hicieron sentir que yo no podía hacer eso que ellos hacían. No me importaba eso que hacían, si no, lo que yo no lograba alcanzar. Y lo otro, lo de los Ramones, siempre pensé que podía. Obvio que nunca lo hice, y también las veces que lo intenté, me salió muy mal. Pero todavía me gusta escucharlos y pensar… “Yo puedo”. Creo que parte del encanto esta ahí. Lo mismo con Lou Reed. No entendía un carajo lo que decía, pero lo cantaba. Y lo que tocaba, yo pensaba que lo podía hacer. Aunque no podía. Aunque nadie pudo. Aunque fuera más imposible que "While My Guitar Gently Weeps", yo entendía que algún día podía fabricar una canción como Lou Reed. Y después, cuando descubrí lo que decía, me identifiqué. Pensé que yo era el protagonista de todas sus letras. Pensé que me conocía, o que si nos cruzábamos por alguna calle de NY me iba a saludar, porque sabía que yo lo escuchaba, que lo traducía, lo entendía, y era como él. Siempre, claro, pensando en mí. Y Lou no pensaba en mí. Pero sólo me di cuenta de eso el día que murió. También debo contar que nunca fui a NY. Y no se si alguna vez iré. No me interesa. De todos modos, pensé siempre que Lou era una de esas personas que capaz elegían partes del mundo donde viajar que no están en ningún folleto, y que tal vez, alguna vez caía por Rosario o Junín, y que mientras yo salía del Cine Monumental de la mano de Luca (mi hijo) después de ver Madagascar 2, nos íbamos a cruzar con Lou y el me iba a decir “Hola” y yo le iba a levantar la mano en el mismo momento que le decía “Como va”. Y después Luca me iba a preguntar ¿Quién es, papi?” y Yo: “Lou Reed hijo; un músico muy importante, un tipo que después de que sacó el disco ese de la banana que te gusta a vos mirar, los que vinieron después le deben todo”. “¿Y te conoce papi?” “Y capaz que no, pero entre nosotros nos conocemos” “¿Quienes son nosotros?, ¿Me conoce a mi?” “Todavía no sé hijo, pero no tiene mucha importancia ahora” Miles de veces pensé eso. Miles, millones. Cambió la película, las calles, pero no el encuentro ni el diálogo. Miles. Pero miles de verdad. Y ahora, sigo pensando en boludeces. Sigo pensando que no se murió. Y que vive en alguna parte del mundo retirado, o cantando con pelucas. Como esas historias mediocres que se cuentan de Elvis o Morrison, unos medio pelo al lado del viejo Lou. Entonces, como esos son medio pelo, capaz que el viejo se les caga de risa en la cara y la hace bien en serio. Y esta viviendo en Paris, o en el sur de Argentina, o en Somalía o en Honolulu o en Rosario. Capaz que me lo encuentro cruzando la calle un sábado a la mañana mientras sale de la esquina de la Oportunidad…yo vengo caminando por San Luis con Luca de la mano. Me paro a comprar un pancho antes de llegar a Corrientes y me choco con un tipo con cara conocida, y me saluda. Yo también lo saludo. Le pregunto como anda, y me contesta que bien. El resto de la historia, ya la saben.

domingo, 13 de octubre de 2013

FAROLITOS EN SPORTIVO AMERICA PRESENTANDO "NUESTRA AMERICA" (sabado 12 Octubre 2013)

Fui al espectáculo de Farolitos (OFICIAL). Realmente emociona ver como trabajan ellos. No sólo los músicos, si no toda la gente que los rodea. Sabido es que la plata que recaudan se reinvierte en obras, trabajos sociales de su barrio, y estructura de la banda, y la verdad que lo celebro. No porque sea la función excluyente del arte, pero si porque es una buena acción, lo intentaron y les sale muy bien. La buena vibra y autenticidad que hay entre el público hace larguísimo rato que no lo veo en un evento de estas características (porque no sólo es un recital; desde lo audiovisual y todo lo que pasa antes del show sobre el escenario, se funden muchas ramas del arte), si es que alguna vez lo ví o sentí. La banda funciona como núcleo de un fin que no termina sólo en un puñado de canciones que rescatan a 2.000 almas juveniles deseosas de escapar de la realidad por unas horas, y es por eso que, más allá de parecer un recital futbolizado de los ’90, el protagonismo está clarísimo que no es de la gente. Tampoco de la banda. El protagonismo es del fin social por el que se está llevando a cabo el evento. Y esta vez es en serio. Los hechos concretos en lugares como los clubes El Luchador y El Federal dan la certeza de que sus objetivos funcionan, que son gente honesta, que aman lo que hacen y trabajan, de otro lado un poco menos convencional, con la solidaridad, sin adjudicarse ningún rótulo de artista con temáticas sociales, ni cosas por el estilo. Desde mi pequeño lugar, felicito a todos los involucrados, y celebro que se siga haciendo. Y festejo que sea una fiesta.

miércoles, 17 de julio de 2013

LOS CODOS - HUMEDAL

El disco de Los Codos te encarcela. Te atrapa y no te deja ir. Si das play desde el comienzo y vas pasando los temas antes de que terminen, es que no funcionó. No le des otra oportunidad, porque HUMEDAL funciona así: te invade en el arranque, te volves adicto y hasta que no termina no lo dejas. Y si no te pasa eso, es que no te gustó. Así de terminante es la música de Los Codos en esta nueva producción, que navega mundos a priori distantes de esta nebulosa imaginativa y visual que se desprende de Los Codos. Raíces folclóricas, tal vez fruto de la comunión litoraleña presente en la provincia de Santa Fe, porque se nota que no es algo buscado, sino, innato. Al menos es lo que permite escuchar la canción que abre y le da nombre al disco. Con “Nosotros acá” si bien la estructura de la canción remite directamente a los comienzos del rock argentino (recordé alguna canción de Almendra y hasta el sonido de Ciro Fogliatta) la letra dice algo así: ‘La ciudad silenciosa/ La luna hermana del río/Solitario mapa en el cielo’ e indefectiblemente sigue el camino lírico de raíces folclóricas. No desconciertan las canciones siguientes, más bien van formando una masa uniforme aún cuando sacan a relucir la faceta de Los Codos anclada en la psicodelia de los ’70, fundamentalmente en “Epilepsis”. “La batalla de la mente” funciona dentro de un formato más convencional de la canción, y es el fragmento perfecto para respirar después de estar atravesando mares de gelatinosos, texturas de folclore para drogadictos, música que, más allá de disfrutar, no te deja en paz. Digamos que esta canción funciona como un centro de rehabilitación. Y después el disco y los vicios siguen. Todos tenemos y nos permitimos una recaída. Tal vez esa sea “La batalla de la mente”. En este sentido, “Tropical mecánico” retoma esta frecuencia musical psico-litoraleña, la resalta y la refuerza con elementos (ya no tan) propios de la cumbia. Y lo que se inicia con la primera canción, “Humedal” se concreta con el tema que cierra el disco llamado “Huellas”. Así como –si te gustó- es imposible separar el primer tema del último, resulta difícil disociar el nombre de esta canción con lo arraigado a tradiciones musicales argentinas. Y lo mejor del disco es que tiene la personalidad suficiente para que todo esto sea novedoso, original y de buen gusto. Aquí se puede escuchar http://polvobureau.bandcamp.com/album/humedal

martes, 28 de mayo de 2013

MAYO, 2013: ANDRÉS CALAMARO EN ROSARIO

Para comenzar creo preciso decir que esta banda de Calamaro es fantástica. El primer mérito de Andrés para esta gira, es la elección de los músicos. A decir: Kanevsky y Comotto en guitarras, Wiedemer en teclados, y una base Kuryaki: Verdinelli en batería y Mariano Domínguez con el bajo. Andrés en los teclados, y accesorios. Y un aparte para Verdinelli, porque Verdinelli enamora. Es así de cierto. Por momentos creí estar enamorado de Sergio Verdinelli, así como de esa chica que conocí en Miramar, durante los tres días que pasé en el verano del 94’. Así seduce el baterista de esta banda de Calamaro. Así te deja perplejo. No terminás de conocerlo, y ya te pasó por encima, te conquistó, y te dejó. Como los mejores amores de verano. Luego, el segundo acierto de Andrés, es el repertorio elegido para que toquen estos músicos. Sólo un alma desdichada e insensible puede no soportar un comienzo de show con estas canciones: “Me Arde”; “Crimenes Perfectos”; “A los ojos”; “El Salmón” y “Mi enfermedad”. Y hubo más. Hubo de todo, para todos los gustos. Más Rodriguez con “Me estás atrapando otra vez”, “Canal 69” o “Sin Documentos”. También de las últimas excelencias, con “Gin Tonic” y “Carnaval de Brasil”. De las indestructibles, “Estadio Azteca” con Cuino Scornik de invitado. Y más también. Por ejemplo, “Quién asó la manteca” esa pieza musical suprema incluida en “Alta Suciedad”, con pretensiones culinarias tan surrealistas como una pizza al spiedo. O del mismo disco, “Loco” esa canción a priori pasatista, del pasaje “todo me chupa un huevo” o para lectura de menores “no me importa nada” y sin embargo, dice todo lo contrario. El protagonista de “Loco” es un comprometido. El quía se fuma el porro de resignado. No la está pasando bien, no va la plaza a mirar el mundo al costado del camino, mientras todo pasa. No. Lejos de eso, está reprimiendo su instinto asesino. Esta tratando de no cagar a trompadas al payaso del jefe. Es una víctima. Y esta harto. Y está Down. Y está radical. Y corre el riesgo de pasarse al otro lado, y pensar que a lo mejor resulta mejor así. A lo mejor resulta que todo le chupa un huevo. Pero no. Creo que Andrés podría figurarse como el protagonista de “Loco”. Tal vez, esta canción sea la más autobiográfica de Calamaro Andrés. Por momentos en el show, así como en su obra, parece que no le importa nada. Pero eso es una gran mentira. Lo que pasa en este show y en sus discos, es que Andrés esta comprometido con sus canciones, y se relaja, las disfruta, y deja disfrutarlas. En este contexto esta bien que algunas canciones las canten más sus músicos que él mismo. Incluso hasta esta bien que las cante más la gente que él mismo. Andrés, en esos momentos esta navegando en las canciones. Las está transitando. Esta sumergido en un mar vertiginoso de estrofas y versos, donde no es prioridad que sean cantados. Por eso me gustó el show de Calamaro. Porque ví a un artista comprometido con su arte. Y sin la solemnidad que requiere el diccionario postmoderno del roquero pacato y obsoleto. No, nada de eso. El compromiso en este caso pasó por la soberbia musical de esta gran banda que armó para que toquen sus canciones. Y por el disfrute musical de un músico único en su especie. Tan responsable con su obra, que hasta se anima a pasarla bien sobre un escenario. Algo tan fuera de moda, como hacer canciones totalmente lindas.

martes, 16 de abril de 2013

CHUCK BERRY EN ARGENTINA

Varias lecturas se pueden hacer sobre el show de Chuck Berry en Argentina. Aquí alguna de ellas. En principio, esta más que claro que la presentación del viejo Chuck fue lamentable. En todo sentido. No pegó ni una nota durante los 75 minutos de show. En reiteradas oportunidades intentaba tocar una canción, que no era la misma que la que estaba interpretando la banda. Su hija, que desde el comienzo estaba sentaba sobre un costado del escenario, sosteniéndose en su linda voz y un toque interesante de armónica, trataba de suplir las falencias evidentes de su padre. Su hijo, un tímido guitarrista, permanentemente se acercaba a su padre para decirle lo que seguía en el show, incluso dictarle las letras en medio de la canción. Ahora bien, lo primero que se desprende es pensar que los hijos son unos vividores, y están haciendo sangrar la teta de la vaca. Sin embargo, la sensación que sentí en el vivo es otra. Tal vez a muchos nos ha pasado de tener que convivir con personas ya entradas en el profesionalismo de la tercera edad (Chuck acusa 86 años) y sabrán lo difícil que es hacerle entender a una persona que toda su vida hizo algo –desde ser mecánico, o podar la parra de uvas del jardín- que debe dejar de hacerlo en algún momento. Yo vi a dos hijos tratando de que la leyenda del padre, pase lo más decorable que se pueda. Obvio, está a las claras que no se logró ni en lo más mínimo. También es cierto, y esta es otra de las lecturas, que la personalidad de Chuck Berry siempre transitó los límites de la provocación, y hasta del maltrato de la gente que lo rodea. Entonces, ¿hasta donde son problemas motrices son los que le impiden tocar la guitarra? ¿hasta donde son manifestaciones seniles las que no le permiten saber que tema sigue o como es el comienzo de Johnny B Good? Tal vez, otra vez más Chuck está tratando de decirnos que él tiene el poder de destruir lo que creó. Y también, de cagarse en el público, que a costa de una producción que poco le interesó el espectáculo que estaba vendiendo a entradas carísimas, fue a ver a la leyenda. Y aquí mi tercera visión de la cosa: el morbo. Ese sentimiento maldito, filtrado de cholulismo, chauvinismo, idiotez y desparpajo emocional, que nos lleva a querer ver a una persona “como sea”. Ese morbo, tampoco ayuda a cuidar la imagen, en este caso, de Chuck Berry. Luego, algunos detalles del show que aportaron al caos: una guitarra que quiso afinar y nunca pudo, su hijo que se lleva la guitarra fuera de escena, a ver si arreglaba el capricho de su padre. Unas treinta mujeres acudieron al llamado de Berry para subir al escenario, cuando este sólo pidió unas pocas, y terminaron siendo sacadas a empujones mientras se querían sacar una foto con el tipo que estaba ahí, tratando de reproducir algo que alguna vez fue una genialidad. Una remera que rezaba ‘Libertad a Callejeros’, durante la previa del show, y transcurriendo el primer tema, estaba depositada sobre uno de los monitores, y nadie la sacó. Más allá de las opiniones que despierta el caso, eso no tenía nada que ver con la presentación del padre del rock and roll. Y nadie de la producción se dignó a sacarla a tiempo. Nada, de lo aquí expuesto, justifica que Chuck Berry siga subiendo a un escenario de la manera que se lo pudo ver el domingo 14 de abril del 2013 en el Luna Park.

martes, 2 de abril de 2013

SIN RESPUESTAS

Ese mediodía, cuando cantaba “Muchacha ojos de papel” mientras caminábamos hacia el jardín de infantes, me preguntó: ¿Cómo se puede robar un color? Instantáneamente pensé que era la pregunta más difícil del mundo. ¿Qué le voy a contestar? Nada. Le pregunté si ese era el día que había que llevar las figuritas de los medios de transporte, si era el día que iban a jugar con agua, si quería ir a ver a Topa y Muni, y no sé cuantas boludeces más que tenían respuesta inmediata, hasta que, harto de mi pantomima, insistió: “Papá, te pregunté como se puede robar un color”. Bien, por suerte llegamos al jardín, se encontró con Valentina en la puerta, y la pregunta sobre la canción de Almendra, se rindió ante el primer amor. De todos modos, en mi cabeza, repercutió todo el día la escena. ¿Como explicarle a un niño de cuatro años lo que es el arte? O mejor, o peor, lo que sea, ¿Cómo explicarle lo que es un artista? La verdad, me parecía una perdida de tiempo total y absoluta inventarle una historia de piratas, que robaban colores a las muchachas que no tenían pies, como las sirenas, pero que en vez de colas de peces tenían pies de crayón. Y que bueno, esos piratas malísimos, les robaban las pinturas de colores a las muchachas, y que bueno, el Flaco Spinetta lo que quiso decir era que los piratas era re malos, porque le robaban a las muchachas los colores con los que pintaban cuadros de….de…bueno, de paisajes de selvas. ¿Una metáfora? Explicarle lo que es una metáfora es un garrón. Además, todavía no lo entiendo bien yo, y seguramente se lo iba a explicar re mal. Y seguramente le iban a surgir un montón de ejemplos, y se me iba a embarrar la cancha mucho más de lo que ya estaba embarrada. A la noche, mientras me preparaba para ir a escuchar y ver una serie de conciertos, la situación era esta: la voz de mi hijo desprendiéndose furiosa desde la bañera, arbitrando entre un dinosaurio y un pingüino a punto de matarse; en el habitáculo siguiente, el ruido de la pava calentando agua; por último, el violín de Jorge Pinchevski terminando “El tuerto y los ciegos”. Mi cuerpo, de espaldas al piso, estaba rendido entre estas tres habitaciones. También miraba el techo de ladrillos, ‘barnizados con esmalte transparente, semi-mate’ -frase que me quedó perpetuada en el inconciente desde que pintamos la casa-. Y encontré, por fin, el sentido de la nada. Supe lo que era la nada. Y pienso revelarlo. La nada es, por ejemplo, cuando un hijo te pregunta. ¿Cómo vienen los hijos al mundo?, Pensar que contestar eso es un problema, además de nada, es una gilada.

lunes, 11 de febrero de 2013

Cerca de las nubes, la segunda jornada del Cosquín Rock

Las Pelotas y Almafuerte cerraron el segundo día de festival. También se presentaron Viejas Locas y La Vela Puerca entre otros.


Una voz apareció entre la espesura de gente desplazándose por el predio: “Puedo mirar las montañas hasta el infinito”, dijo. Hipnotizado por la belleza natural de las sierras cordobesas, el dueño de la frase estaba frente al escenario principal, mientras los técnicos sacaban lo que hace unos instantes pertenecía a la banda local Eruca Sativa. Ni siquiera se molestó en moverse cuando los fans de Guasones se trasladaban en masa para presenciar el show que minutos después iba a comenzar. “Dale genio, vamos comprar unas hamburguesas” le dijo su compañero y lo arrastró hacia algunos de los puestos que por treinta pesos calman la ansiedad hambruna. Intenté decirle que en Pancho Berna el puestero puso un cartel que anuncia “Pancho mata Gula” y que tal vez de esa manera paraba de mirar las montañas, pero tal vez sólo fuera hambre y cualquier alimento le venía bien.
De todos modos, es necesario decir que el segundo día del Cosquín Rock 2013 se prestaba para estar horas mirando las montañas, al ser  bendecido por un clima ideal, con un sol poco asfixiante pero bien lumínico abrazando las miles de almas que, a diferencia del día uno, llegaron en cantidad bien temprano al predio. La expedición de la fecha, además de las bandas del principal, tenía como atractivo el escenario temático con heavy metal, donde Sergio Rowek, el mítico baterista de V8, despertaba las primeras emociones metaleras de la tarde. Más adelante el prejuicio trató de impedir que escuchase un tributo a Bob Marley que ofreció Nonpalidece, aunque debo admitir que estuvo bárbaro con un aporte fundamental de todos los invitados entre los que se destacaron el ex Ataque 77 y actual Jauría Ciro Pertusi y Malena D’alessio de Actitud María Marta que se devoró el escenario.
El muchacho con hambre que estaba embobado con las montañas, pensé, a esta altura debe estar con alguna de las barritas de cereal que se ofrecen gratuitamente a todo aquel que las requiera en alguno de los puestos de la provincia de Córdoba. Así como también invitan con agua mineral, fundamental para hidratarse en maratónicas andanzas como la de ayer.
Mientras tanto, en el hangar que hace las veces de escenario temático más chico, la banda cordobesa Rayos Láser daba muestras de que valía la pena pegarse una vuelta y descubrir nuevos talentos. Justo al lado, muchísimos artistas pintaban murales mientras veo que el muchacho fanático de las montañas volvía al principal para escuchar a Catupecu Machu. A las 20:30 hs es la primera de las tres funciones que Fuerza Bruta da por día gratuitamente en el predio, y el que fue temprano seguramente se encuentra en el estado perfecto para ver este tipo de espectáculos. Anoche, con el plus de Catupecu de fondo cuando el audio de la obra bajaba los decibeles.
Muchos esperan a Pity Álvarez y otros terminan de ver a Horcas y hacen tiempo mientras se prepara Carajo en el espacio heavy. ¿En cuál de los escenarios estará el hipnotizado en este momento, que es de noche? En cualquiera de las partes, las montañas ahora iluminadas por la luz de las estrellas, siguen embelleciendo el privilegiado punto de encuentro rockero argentino.
Me quedo cerca de Pity, que contra todo pronóstico da un gran show, apoyado por la incorporación de nuevo guitarrista y bajista. Para sorpresa, en el comienzo interpreta canciones de Intoxicados, y deja pensar en alguna posible vuelta. Luego era el turno de La Vela Puerca, y sobre el final de este show en la carpa reggae Pablo Molina atraía a mucha gente que cantaba sin respiro canciones de Todos tus Muertos, su ex banda.
A metros, Ricardo Iorio daba comienzo al show de Almafuerte, como cierre del escenario temático. Tremenda exhibición de sentimientos, que además de la muy buena interpretación, dejó las perlitas de Ricardo, como por ejemplo cuando señaló “Esta canción esta buena. Pero la hice cuando tenía veinte años menos, y veinte mil esperanzas más” antes de “El Visitante”. Guiado por los horarios, partí hacia el cierre del escenario principal donde estaba la única banda con presencia perfecta en el Cosquín Rock. Trece años para el festival y para Las Pelotas en él. Suena “Día Feliz” y la gente desgarra las gargantas en el estribillo que dice “El dinero de hoy, no te sirve, no importa, no lo verás”, pero son algunas canciones de “Cerca de las nubes” su último disco,  el soundtrack ideal para esta zona de Córdoba. El final del show me encuentra mirando todo el predio con “El ojo blindado” de fondo, apreciando esa belleza natural que lo circunda y pienso en lo relajado y satisfecho que debe encontrase el muchacho del comienzo.

Charly con Serú en la primera noche del Cosquín Rock

Junto a Pedro Aznar y David Lebón repasaron algunas de las canciones inoxidables del mítico grupo. También se presentaron Fito Páez y Cielo Razzo entre otros.


Apenas llegué al predio vi la vuelta al mundo y supe que quería subir al asiento de color rojo. Porque en Cosquín Rock pasa eso. Vas, tal vez con ganas de escuchar a Pedro Aznar, y cuando llegas te encontrás con algún otro atractivo complementario que traslada el apetito de ver un show. Entonces haces la cola. Tardas unos cuantos minutos en llegar a destino. Te ponen todas las guardias de seguridad necesarias, y arranca. Pero, puede que intervenido por algunas cuestiones de superstición, no te toque el color de asiento necesario.  A mí en la primera vuelta me tocó el Verde.  Y quería el Rojo
De todos modos, si algo tiene de  estratégico la vuelta al mundo que hay en el de Cosquín Rock, es la posición en donde está. Si uno se atreve a abordarla, tendrá la oportunidad de apreciar todo el festival, y muchísima de la escenografía natural desde las alturas.
El tema, también, es ir temprano. Con tiempo y paciencia desde allí se pude apreciar absolutamente todo. El hangar entero con heavy metal todo el día. Los patios cerveceros, el ingreso paulatino por momentos, y efervescentes por otro. Las carpas temáticas. El toro salvaje. Las promotoras de todo lo que se te ocurra que hay en la provincia de Córdoba. También se ven las columnas que llevan escrito los horarios de la grilla. Por ejemplo, observé perfectamente mientras escuchaba a David Lebón  justo en el momento que hace “Esperando Nacer”, como un padre sacaba a su hijo del cochecito y lo abrazaba bien fuerte.  Mientras la rueda toma respiro a dieciocho metros de altura, se escucha a David decirle al público “estaba pensando que me podría dedicar a esto. Le doy gracias a Dios por haberme hecho no trabajar” y algunas cosas más que no recuerdo bien porque justo empezó otra vez a girar y tuve que bajar. Hice la cola nuevamente, y lamentablemente agarré el asiento amarillo. Esta vez presté atención al escenario temático. Escuché a ‘Que acelga’ trío punkies arañando lo primitivo que desborda de pasión por lo que hacen. Justo allí, cuando estaba a punto de cambiar de opinión, veo a los músicos de Cielo Razzo salir de atrás del mismo escenario que queda a unos cuatrocientos metros del principal. Iban todos juntos a ver el show de Pedro Aznar. El público lanza el primer OLE OLE del día, cuando termina ‘Mientes’.
Cuando voy por la mitad de la cuarta vuelta arranca Fito Páez. Tal vez, lo mejor del día. Se nota que ‘El amor después de amor’ es un disco eterno. Apenas suena “Trafico por Katmandú” se podían observar miradas cómplices, de un constado al otro del predio, que con un guiño dan el ok a instantes que dominan el inconsciente colectivo de miles de personas. Y también hay dos pibes, que en la parte de “mi vieja nunca nunca los escuchó” se callan y se ponen a llorar.
 Antes de hacer otra vez la cola, giro hacia el escenario temático y escucho que el público canta apasionadamente las últimas canciones del show de Cielo Razzo.  Mientras, en el principal,  empezó Andrés Ciro. Pero me quedo con el otro, porque Edelmiro Molinari toca de invitado con El Bordo. 
La vuelta al mundo deja de funcionar en el momento que Charly García hace delirar a 40.000 personas en el predio del aeródromo de Santa María de Punilla con “Demoliendo Hoteles”. Y luego vienen canciones fantásticas. “Yendo de la cama al living”, “Anhedonia”,  “Ojos de Video tape” y “Eiti leda” entre muchos. Esto nos recuerda a todos que Pedro y David tal vez están todavía en camarines y esperamos una juntada de los tres Serú.  Charly recuerda la falta de Oscar Moro y se unen en el escenario de Cosquín Rock. Pienso en el asientito rojo de la vuelta al mundo que nunca alcancé mientras “Perro andaluz” me dicta “Soy un tonto en seguirte”. Después “Seminare”  y algo más de Charly sólo, pero ya estaba. La emoción superó todos los análisis musicales posibles en la primera noche de Cosquín Rock 2013.

13 años de Cosquín Rock

Es el festival más federal, este año estará Charly, Fito, Lebón, Aznar, La Vela Puerca, Las Pelotas, Catupecu, Babasónicos, entre otros.


El primer recuerdo es Maxi durante las primeras horas de la mañana del sábado 9 de febrero del 2001 en la plaza Pringles, mientras consumía la anteúltima seca, hablando para adentro, casi ahogándose, decirle a Mariano que tenían que salir tipo cinco de la tarde desde la Plaza Sarmiento hasta la ruta 9. Según sus cálculos, tipo seis o siete iban a estar en la ruta, y a las ocho, cuando oscurecía, iban estar en viaje. Efectivamente oscureció, pero no los levantó nadie. Encima, cuando empezó a llover, las letras que decían “A Cosquín” en esa especie de cartel en cartón corrugado que habían escrito con tiza, se borraron rápidamente. Alrededor de las once de la noche un Honda Civic blanco los llevó hasta Marcos Juárez. Los dejó en una estación de servicio techada, improvisado refugio de la tormenta eléctrica. Y Maxi se acordó que allí vivía una ex compañera de la facultad de derecho. Fueron a su casa y a las 3 de la mañana, volvieron a la estación. Cinco minutos después pasó una camioneta que iba a Villa Giardino y los dejó en la puerta de la plaza Próspero Molina, donde se realizaron las primeras cuatro ediciones del festival. Encima, el tipo era Rosarino. Del segundo día sólo les interesaba Pez, así que decidieron quedarse el primero y regresar. Los pasó a buscar durante la mañana siguiente por la YPF que había en la entrada de Cosquín y cuando llegaron a destino, le prometieron una botella de vino Valmont.
Motivado por la experiencia de mis amigos, al año siguiente viajé acreditado, cubriendo el festival para Aire Libre, radio comunitaria de la zona oeste de Rosario. También fui a dedo, pero con menos suerte. A la ida, todo bien. A la vuelta, me levantó una moto en la puerta de Cosquín, y me dejó en la estación de servicio de un pueblo ruta adentro, donde amablemente me adoptaron por tres noche y cuatro días, hasta que un dignísimo camionero tuvo la gentileza de alcanzarme a Rosario.
 
Seguí yendo a casi todas las ediciones, y continué conociendo historias, las cuáles tengo en mi cabeza amontonadas en un cambalache de escenarios y años; como la del pibe que junto a dos amigos viajaron casi mil kilómetros en un fitito y llegaron intactos. Y otras tantas en el plano musical, como la de la banda de Bell Ville que quiso tocar unos temas más y se agarraron a trompadas con la seguridad del show. Como muchas de Charly García: cuando dio un excelente show de cierre, mientras que las gotas caían en forma de lluvia, y más que mojar, golpeaban, justo cuando se despachaba con una versión fantástica del Himno Nacional Argentino. También en el 2004 que llegó tardísimo, por fallas en el sonido no tocó ni tres temas, la gente invadió el escenario tirando los monitores y que se yo cuanto más. Me tocó verlo a Charly con los ojos de ‘no te acerques a mí’ por los pasillos de los camarines corriendo, mientras llevaba una bolsa llena de monedas e insultaba a lo que se cruce. Y luego, ya en la comuna de San Roque, invitado por Pappo.
 
Al Carpo también lo vi, en cuero y descalzo, hablando con los vecinos de la plaza, tranquilizándolos ante la duda sobre el comportamiento de la gente. También al Flaco Spinetta por dos. Una imagen increíble, en la plaza, Spinetta bajando del escenario luego de un gran show, de la mano se su hija Vera, que sostenía un muñeco de peluche. No se me borra la sonrisa de ambos, y Javier Malossetti que venía detrás, secándose la transpiración con una toalla. Y la otra en su última presentación en el festival, en el Valle de Punilla, tocando sentado junto a la batería. El predio inundado de Durazno Sangrando.
 
También recuerdo la sorpresa de ver a Los Natas en alguna de las ediciones. Igualmente a un Andrés Ciro observando sorprendido el despliegue escénico de Gabriel Ruiz Díaz tirándose al público desde tres metros de altura. El actual predio llenísimo coreando las canciones solistas de Skay en el 2011. Del mismo modo se me presenta otra edición, donde a la misma hora en dos escenarios distintos podías elegir para ver a la The No Smoking Orchesta o Viejas Locas. El segundo Cosquín Rock, del 2002, con Pappo’s Blues y Riff la misma noche, por única vez en la historia de la música argentina.
 
En otras ocasiones, se organizaron charlas con inmensos periodistas, informes sobre la UMI (Unión de Músicos Independientes), y tuvieron su escenario exclusivo el reggae y el heavy metal. También tengo presente una charla entre Rocambole y un chico del público: -Hola Mono, ¿hoy exponés en el festival? –No, bueno, en realidad, expongo todo el tiempo- le contestó, mientras miraba el escenario mayor, decorado con el logo del festival que el mismo diseñó. No es casualidad que los Babasónicos, hayan estrenado en Cosquín Rock la canción “Fiesta Popular”.
 
Cosquín tiene esas cosas. Y otras tantas, que tal vez sean sólo datos, pero significativos al fin. Como por ejemplo,  que nunca un festival con estas características duró tantos años consecutivos. También que es el festival más federal, teniendo en cuenta que se transformó en el evento de música vinculada al rock que reúne gente de todos los puntos del país. Para que esto ocurra, además de la oferta musical, también ayuda la escenografía natural. Gracias a las sierras cordobesas, los que viajamos, no tenemos que soportar kilos y kilos de cemento a nuestro alrededor. Además, hoy esta lejos de ser sólo un festival de música. El atractivo pasa por muchos otros lados, tal es así, que es un buen punto de referencia para estar de vacaciones.
 
En este sentido, por ejemplo, este año generan expectativa las tres funciones por día que dará Fuerza Bruta en el marco del Festival. Sobre las tablas estarán: Charly, Fito, Lebón, Aznar, La vela Puerca, Las Pelotas, Almafuerte, Catupecu Machu, Horcas, Illia Kuryaky, Babasónicos, Pastillas del Abuelo, Nonpalidece, Dancig Mood, Massacre, Las Manos de Filippi y muchos más, entre esos, Jimmy Rip, quien fuera guitarrista y productor musical de Mick Jagger en su festejado disco Wandering Spirit.
 
Siempre queda algo por hacer con respecto a Cosquín Rock. Todavía me acuerdo, también, que ni Maxi ni el Gato le llevaron la botella de vino al amable conductor que los llevó hasta Cosquín y los devolvió a Rosario en óptimas condiciones.

martes, 22 de enero de 2013

Fui a comprar bondiola y traje un DVD de los Stones

Los Rolling Stones cumplen 50 años con la música. Mientras esperamos su visita, tratamos de soportar el calor con sus shows.


Casi sobre el final de la primavera el clima en Rosario se pone algo insoportable. No bajamos nunca de los 25 grados, con la humedad a flor de piel, las calles transpiradas, los ventiladores a full, estamos cansados, con molestias en la cabeza, etc. Sin embargo, hay muchísimas maneras de soportar estas condiciones, al menos, muchas más maneras de sobre llevar bien el calor que las posibilidades de soportar el frío. Ahí no te queda otra: calefacción y mucha ropa.
En uno de esos días insoportables, que pudo haber sido ayer, o antes de ayer, o incluso hoy, el clima me llevó hacia la calle Italia antes de llegar a 3 de febrero, donde se puede conseguir la cerveza más fría de Rosario, y la mejor bondiola de campo de la zona.
“Hola Pá”, saludo habitual del dueño del recinto. Esta vez, además de quien atiende y saluda, hay dos personas más que prefieren no hacerlo. Sobre el mostrador en L invertida, estaban ubicados en la parte derecha, sin decir nada, mirándome, observando mi llegada muy atentos, intimidantes, como pensando en decir algo con la mirada. Una mirada cómplice. Un “yo te conozco” en los ojos.
Pago lo que tengo que pagar y cuando estoy a punto de pisar la calle, sobre mis espaldas escucho “veo que tenés una remera de los Rolling Stones”. Giro sobre uno de mis pies, para darme vuelta y confirmo que el que habló fue una de estas dos personas. “Veo que tenés una remera de los Rolling Stones”, repite, tratando de reafirmar que el siguiente comentario venía en el mismo sentido. “Sí”, le digo. “Es la tapa de “Exile on main street”. Una réplica de la remera que solía usar Charlie Watts en esa gira”.
Apenas termina mi contestación, interviene el alamacenero, casi pisando el siguiente comentario de su amigo, visitante o lo que fuera, tratando de llevar la conversación él mismo, sin dejar que prosigan los otros dos. “Nosotros vendemos películas. Y tenemos el show de los Stones en New Jersey. El del otro día, después de Londres”.
Ahora nos estábamos entendiendo. No lo dudé. Es un show que hasta saqué todas las cuentas posibles para ir. No fui. Tampoco tengo el sistema de cable que lo pasó por TV; por lo tanto, sin dudar, le dije que me lo vendiera. Así que, fui a comprar 100 gramos de bondiola de campo y por sólo treinta pesos me volví con el show de los Stones conmemorado los 50 años con la música a mi casa.
Algunos videitos medio mal filmados por Internet había visto, pero esto, apenas empezó a reproducirse en mi equipo, era fantástico. Buena calidad de audio y video. Y un gran show. Es realmente sorprendente y emocionante ver a los Stones en vivo, a la edad que tienen, con la carretera recorrida, y escucharlos tocar como lo están haciendo hoy, en el 2013. Apenas comienza convencen dos cosas: primero que es un show sin vientos. Rock and roll en estado primitivo. Guitarras, bajo, batería y arreglos de teclado. No hay margen para el error. Algo mal tocado, algo feo, se nota y no lo disimula nada. Ni siquiera hay grandes arreglos corales hasta la quinta o sexta canción. Sólo la voz de Jagger y el apoyo de Chuck Leavell desde las teclas. Y no sólo salen ilesos, sino que nos recuerdan que esas grandes giras, con infinidad de músicos sobre el escenario y monumentales puestas es escena son tan sólo innecesarias. El secreto está acá, en como están tocando ahora, en sus canciones y en sus caras de felicidad. El resto es cotillón. Y eso es la segunda de las cosas que convencen: lo minimalista de la puesta, comparando con las últimas tres giras mundiales que realizaron. Sólo la lengua como escenario que según la iluminación, simula ser el de un teatro, pantalla de fondo y a los costados. Y nada más.
Perdón. ¿Nada más dije? Todo está ahí. Las canciones repasan la historia de los Stones, y en los videos se plantea un recorrido atropológico y visual de sus comienzos. “Get off of my cloud” para empezar. Sigue “The Last Time” donde se ve en primer plano a un Charlie Watts emocionadísimo. Luego el que conmueve es Keith Richars cuando desprende su devoción por Chuck Berry en “It’s only Rock and roll”.
En “Paint it Black” es cuando mi incredulidad ante tanta vitalidad Stone me lleva a pensar quien es el sostén de la banda. Con su imagen en pantalla pienso que es Watts. Y ante tanta precisión me animo a pensar que sería bueno que lleve las cuentas en mi casa. Es en “Gimme shelter” donde entran más coros. La participación de Lady Gaga es excelente. Se la recontra bancó. Parecía drogada de verdad y todo. Y es precisamente ella la que le aporta la atmósfera de los años 70 que tiene el tema, y los Stones la modernidad. Esa chica no pasa desapercibida ni con Keith Richards al lado, y eso ya es mucho. Además, Madonna no la hubiese cantado mejor. Es la mejor versión de la canción con invitados que escuché.
“Wild Horses” y más invitados para “Going down” una canción de Freddie King, por donde pasa John Mayer y Gary Clark Jr sin pena ni gloria. Los Black Keys tampoco se destacan demasiado en la versión de “Who do you love”. Previo a esta canción, una versión tremenda de “Dead Flowers”. Tanto clásico preparó las tablas para los temas nuevos. Con “Doom and Gloom” pienso que es Ron el responsable de la banda hoy.Finalmente, Ron Wood se destaca en los Stones más que los otros. Y Keith Richards esta sensacional. Cuando arranca “One more shot” me dan ganas de abrazarlo y besarlo en la boca. Pero la base y el sólo de Ron siguen destacándose por sobre el resto.
Es el turno de “Miss you” y “Honky Tonk Women”, ya con vientos acompañando. Luego van todos detrás de la batería y espían a Jagger cuando presenta a la banda. Keith es el último, y se queda para cantar “Before they make me run”, una canción fantástica. Y sigue la previsible “Happy”. Tema de su festejado “Exile on main street” que da pie para que haya tres Gibson sobre el escenario y suba Mick Taylor para hacer “Midnight rambler” y dispare las notas con más exactitud dulce y violenta de la noche. Ahora cambié de idea. Es Jagger el sostén de la banda. A tal punto que te dan ganas de advertirle “Para Miguel, que te vas a morir”. Empieza tan bien Richards “Tumbling Dice” que pasa desapercibido Bruce Springsteen como invitado y otra vez cambio de opinión. Es Keith Richards el sostén de los Stones.
Y encima continúan con “Brown Sugar”. Y comienza un menos sorprendente final. Canciones que se esperan con que terminen el show, pero si no las tocarían sería aún más llamativo. “You can't always get what you want” con un coro que sobre el cierre advierte que junto a los Stones pueden destruir castillos medievales. “Jumping Jack Flash” y “Satisfaction”.
Conmocionado, estoy seguro de que el rock de los Stones actuales baja la temperatura y alivia el calor. Saco el DVD, voy nuevamente al almacén y le digo al dueño ya sin los amigos: “Gracias, vos sos el sostén de los Stones”.

jueves, 3 de enero de 2013

ROSARIO MUSICAL 2012


-Che, la verdad que es impresionante la cantidad de bandas buenas que hay en rosario-

El comentario, más allá del grado de subjetividad inevitable, es de lo más acertado del primer día del 2013. Entre abrazos, confesiones de borrachera, deseos de compromiso y preguntas del tipo ¿en el laburo estás bien? cayó esta observación no ausente entre algún circuito de periodistas rosarinos vinculados al mundo musical en su total amplitud. Sin embargo, esto venía de otro lado. Sin especificar, porque no viene al caso (sobre todo porque no se recuerda hora, ni lugar exacto, ni la persona certera) sólo voy a decir que el comentario me lo realizaron en otra ciudad, en otra provincia, no lejana a Rosario, pero si tradicionalmente en intereses culturales mucho más cercanos a donde atiende Dios. 
Se sabe y no es raro que mucha gente indique a Rosario como un lugar donde los buenos músicos salen debajo de las baldosas, o crecen en  el río Paraná. Pero sí, aunque no ausente, es menos frecuente que se los escuche.

El 2012 fue un año de mucha producción local. Y de muy buena calidad. Hay discos realmente hermosos.  ¿A qué se debe? Es casi imposible particularizar casos en unas pocas líneas, y llegar a una conclusión tampoco es tarea pasatista. Porque no se puede. Sí hay algunos puntos a tener en cuenta, por ejemplo, las diferentes plataformas no convencionales de difusión, como también las herramientas de producción de buen nivel que hay ‘a la vuelta de la esquina’. Y también cada vez se escucha menos el “querer pegarla” o “hay que ver si nos produce tál o cuál”, porque sí, por una cuestión que tiene que ver más con el marketing que con querer hacer mejores canciones. No pensar inmediatamente en esto, y aprovechar las anteriores indicaciones tal vez haga que  inevitablemente una escena cultural inquieta, perturbarte, sincera y ecléctica, sobresalga. Hay muchas cosas para seguir mejorando; pero también es un buen síntoma aplaudir lo que se ya está lindo.

Para destacar (sin realizar puestos ni tópicos atrevidos) para los que gustan de las buenas canciones es recomendable escuchar  “Utopía mínima” el hermoso disco de Oscar Favre. También, en un plano más clásico, “Actitud de entrega” de Mauro Digerolamo es muy lindo. Y Degradé tal vez haya realizado el mejor disco de su extensa carrera. En un plano un poco más alejado del rock, “Álamo Blanco” de Julián Venegas es un disco infaltable del 2012. Y corriéndonos hacia un lado más vinculado a lo ‘alternativo’ son hermosos los discos de Alucinaria (La última rotación del sol) de Mi nave (Brillante) y el recientemente editado debut solista de Osvaldo Zulo bajo el pseudónimo Victima del Vaciamiento titulado “Last Chance”. Este material fue editado por el sello independiente Soy Mutante, de activa producción durante todo el año. El mismo sello, entre muchas otras cosas, editó el buen debut de Transformador y también en sus estudios se grabó el disco de Matilda (Las acciones cotidianas), que incluye una canción hermosa llamada ‘Los anónimos’. Y otro sello independiente de la ciudad, Polvo Bureau, sacó el disco de Vuelven de la derrota (No se nota pero siempre hablo de mí) con una canción épica que se llama ‘La canción mis amigos’. Y Carmina Burana otra vez aplicó mágicamente la combustión de géneros tradicionales como el ska-punk-reggae-heavy y editó “Tenebris Carmina In Domina Serpens” con una canción muy buena como ‘Estrella Blanca’. El reggae viene generando un desarrollo sostenido desde hace algunos años, y el disco de Dubies lo demuestra y engalana. Y para los que gustan del rock bien ortodoxo, no dejen de escuchar “Cabeza de Motor”, el primer disco de El Caño.

Sobre fin de año, los adelantos de Dani Pérez, The Broken Toys y de Blizters invitan a entender que durante el 2013 habrá con que sostener el anterior.

La riqueza, la calidad de muchas de las producciones musicales que se editaron durante el 2012, junto con un montón de bandas que no lo hicieron pero fueron protagonistas en los escenarios de Rosario, generan una escena inquieta, diversa, productiva, productora y constructiva.