lunes, 29 de octubre de 2012

Para mí, que es el amor


Cuando me enteré, me enojé. ¿Que necesidad hay de atrasar 20 años? Pero después me puse a pensar que estaba haciendo hace 20 años. Y me acordé. Una semana antes de la presentación en Junín, me emborraché por primera vez. Catorce años tenía, y nos compramos dos cervezas Bieckert Oro con Lucas, quién hoy todavía sigue siendo un amigazo. Nos fuimos al cumpleaños de 15 de Victoria, y se armó un quilombo terrible. Me acuerdo que Vicente y Diego, me agarraron en el baño y me metieron la cabeza debajo del agua fría para ver si reaccionaba, pero obvio que no. Me acuerdo que el guardián de la puerta del salón, me zafó toda la noche. Me ayudó, me decía que me quede con él, que no vaya a mi casa en ese estado. Hasta que Lucas se cansó, me llevó a mi casa, y mi vieja me pegó una cachetada. La única en toda su vida.
Esa semana, con los chicos, habíamos ido al Cine San Carlos, donde se realizaba el show, a buscar volantes para repartir en el centro, sobre todo en el paseo Saénz Peña, porque queríamos que se llene. Queríamos ver la sala a pleno, de alguna manera, era un triunfo de todos que el colegio entero vaya al recital. Cuando se anunció que venía, era una época de sequía. No llegaba nadie a Junín. Nosotros teníamos los cassetes viejos, los anteriores, pirateados porque la tía de Lucho era fan, y compraba los originales. La piratería existe desde siempre: en un doble cassetera, se ponía de un lado el original, y del otro un TDK. Play, Rec y listo. Después, los más obsesivos, íbamos a la fotocopiadora a color a imprimir la tapa y toda la data. Pero cuando salió este, al menos yo, lo quería original. Me paré en la puerta de Guirao, a que abra Fefo Peréz y me de el cassete. Una semana después de la salida, mis viejos me regalan el equipo que aún hoy me acompaña, y el amable FeFo me cambió el cassete por el CD. Y de paso me lleve ‘El filo de las navajas’ de ACDC. Y sí, me gustaban por igual.
También juro, que al otro día del lanzamiento, el cabezón Gambarte tocó “La rueda mágica” en el patio del colegio para la fiesta de no se qué. “Que hijo de puta” pensaba yo. “Hace un día salió el disco y este ya la toca genial”. De alguna manera, que el cabezón tocara ese tema, era el visto bueno para Fito en Junín. El cabezón era nuestro referente. Si él hacía un tema de Fito, Fito era bueno de verdad. Babasónicos estaba bueno; ‘Pasto’, de ese mismo año, la rompe. Pero también estaban las hormonas además de la música. Y ‘El amor después del amor’ también tenía eso: las chicas en el pasillo de la escuela cantaban “ya na, ya nana…”. Y si bien uno tira para el lado del rockero que no es complaciente, debo aclarar que mis compañeras del colegio estaban re buenas, y cantaban canciones de Fito Páez.
Cuando llegó el día del show, me fui para el teatro a esperar que lleguen los músicos. Y les cargué los equipos a todos. Y me quedé mirando como armaban el escenario. Y después, me fui corriendo a lo del Pety y lo convencí a él y a Lucho para que saquen la entrada. A la noche, desde abajo, con el Bache los mirábamos en la platea alta aplaudir de pie el excelente show. Sacamos un rollo entero de fotos. Mis viejos también pudieron ver el show, porque se atrasó (al igual que la piratería, la impuntualidad no es cosa de estos tiempos) y el de la puerta los hizo entrar. Mi hermana María Paz tenía apenas tres años. Y se aprendió dos canciones que hizo esa noche, pero que no están en ‘El amor después del amor’: “Nada más preciado para mí” y “Dale alegría a mi corazón”. Repetía y repetía todo el día esas partes. Decía que me fueron a buscar y me llevaron a mí y a los chicos a otro cumpleaños de quince. En otro lugar, pero con el mismo guardián de la puerta, que me llamó aparte y me consultó si yo lo recordaba. Obvio que no tenía la menor idea de quién carajo era ese tipo. ¿Y el disco? El disco esta buenísimo. Así de simple. Todas las canciones. Y esta Charly, y Andrés, Y Spinetta, y Mercedes, y Chango Farías Gómez, y la lista sigue y sigue.
Dejando de lado la recaudación, hoy creo que el enojo inicial con esto de volver a tocar ese disco, es puro egoísmo. Es temor a revisar el pasado y creerme más viejo. Es pensar que como hoy me gusta más Nirvana, el único disco fundamental de esa época fue ‘Nevermind’. También creo que nos perdemos de celebrar reediciones de tantos discos fundamentales para nuestra cultura porque las dictaduras y las administraciones de las discográficas han destruido historia, que -si bien esto no reemplaza aquello- 20 años de un disco así, no es poca cosa. No deja de haber un halo de fantasía e ilusión en estas líneas. Pero bueno, todavía me sigue gustando, a veces, pensar en el músico y su obra como algo irreal.

viernes, 12 de octubre de 2012

COCINA DE AUTOR


¿Cuanto se tarda en hacer capeletis caseros?
El capeleti es la pasta artesanal por excelencia. Es la pasta que, además del amasado, requiere de una técnica de armado que debería ser considerada como una de las ramas del arte contemporáneo más profundas. Y la paciencia, para lograr un método parejo y sin interrupciones entre capeleti y capeleti, debería ser objeto de análisis en el simposio mundial de los reikistas, ravi shankares y todos sus derivados. Siempre es recomendable cocinar escuchando música, pero tratándose de la elaboración de capeletis, es casi una condición sine qua non. ¿Alguien vio alguna vez a una abuela o madre o padre armando capeletis? De verdad. Sean sinceros. Alguna vez, pero...es raro. Tal vez se escondían o lo hacían en soledad. Este arte requiere de una ambientación extrema. No se puede andar fabricando capeletis con niños correteando por ahí, con primos cargosos queriendo mojar el pan en la salsa o con discusiones filosóficas ligadas al fútbol. Inclusive hay quienes piensan que inaugurada la década del 2000, ya no quedaron en el mundo personas dispuestas a fabricar capelits artesanales, caseros, hechos en casa. También son escasas las fábricas de pastas dispuestas a “perder el tiempo” en el arte del capeleti genuino. Hasta se llegó a la peligrosa creencia difundida por los pibes nacidos en la década del noventa de que el capeleti es una marca de unas cosas medio duras que viene en paquetes de colores. ¿Cuándo fue la última vez que comieron unos buenos capeletis caseros? Anímense, no cuesta nada. No lleva mucho tiempo. Lleva, aproximadamente, lo que dura "Songs in The Key of Life" de Stevie Wonder y "Transformer", de Lou Reed.
"Songs in The Key of Life" es un disco doble del año 1976. Tema 1, lado A, Disco 1. "Love’s in Need of Love Today", o "El amor necesita amor hoy", según la edición argentina. Y empezamos con la masa: en un bol colocar 500 gm de harina y sal a gusto. Formar una corona, y en el centro colocar cinco huevos. Mezclar de a poco hasta formar una masa homogénea.
Amasamos unos 15 minutos, aproximadamente cuando está terminando el tema 3, "Village Ghetto Land" o "Tierra del Ghetto". Dejamos reposar la masa. Empezamos a hacer el relleno, con la última canción del lado A. Antes va a pasar un ataque de rock progresivo que le agarró a Wonder en el tema "Contusión". Es recomendable hacer primero el relleno, y después la salsa, así tiene tiempo de enfriar, y luego podemos rellenar la masa sin inconvenientes.
Bien, volvamos a la receta del relleno: cortamos una cebolla chiquita en pedazos muy pequeños, casi imperceptibles. La dejamos en un sartén con un poquito de aceite, y mientras vamos a cambiar el disco. En el lado B del disco 1 tenemos la canción "I wish". Ahora sí, comenzamos a bailar. Justo en la parte más emocionante del proceso, porque prendemos el fuego. A la cebolla cocinada, le agregamos medio kilo de carne picada. A la carne le agregamos sal, pimienta y curry. Mientras dejamos cocinando esto durante aproximadamente unos 15 o 20 minutos a fuego moderado, empezamos con la salsa. Justo cuando arranca uno de los puntos más altos del disco: "Pastime Paradise". Cortamos una cebolla más bien grandecita. Dejamos la cebolla en un wok, sartén u olla, previamente intervenida con un buen chorro de aceite de oliva. Cortamos un diente de ajo transversalmente, y le sacamos lo que vendría a ser el corazón del ajo. Lo picamos bien, y volcamos junto a la cebolla. Ya terminó el disco 1. Vamos por el 2. Arranca con "Isn’t She Lovely". Un clásico. Si no lo escucharon nunca, no se asusten con los llantos de la niña. Fue un gesto de cariño de Wonder grabar a su hija recién nacida en esta canción. Además, no van a parar de moverse y tararear. La canción que le sigue, está dentro de las mejores del disco. "Joy Inside my Tears". Un lento fantástico. El lado A del disco dos tiene sólo estas 3 canciones. Si quieren, antes de seguir y dar vuelta el disco, pueden destapar un vino. Tinto. El lado B del disco 2 arranca con uno de los puntos flojos. Una canción poco digerible cantada en parte en Zúlu y en parte en castellano y otra parte en inglés. Se llama "Ngiculela – Es una historia – I am Singing". Entre el vino y esta canción, estiramos la masa. No hay que tenerle miedo a que quede fina, porque no hay que olvidar que luego en el agua hirviendo, la masa se infla. Tampoco hay que tener miedo a ir agregando harina constantemente. Excelente momento para escuchar "As". Otro de los puntos altos del disco. Mucho groove. Coros en clave gospel, calor; una canción, desde el movimiento, con alto contenido sexual. Con la masa estirada, comenzamos los cortes. Con la boca de un vaso normal, apoyamos bien en la masa y vamos cortando en círculos. Terminó el disco. Aproximadamente hace unos diez minutos que apagamos el fuego del relleno. Y comienza la etapa más ardua del proceso de elaboración. Si bien es simple, como ya adelantamos, el arte del armado del capeleti, requiere de una paciencia sublime, revestida con una porción grande de espíritu artesanal. Por estas características, el disco ideal para seguir este camino es "Transformer" de Lou Reed. Editado en 1972. Producido por David Bowie y Mick Ronson en pleno Ziggy Stardust. Lou Reed post Velvet Underground, edita este disco que incluye varios clásicos ("Vicius", "Walk on the Wild Side", "Satelite of Love"), con la dosis justa de desprolijidad y perfección. El sentir rockero al servicio del buen gusto. Colocamos la cantidad necesaria de relleno en el centro de la masa, doblamos a la mitad como una empanada, y muy cuidadosamente juntamos las puntas. La masa sobrante, se dobla hacia atrás. Así, hasta el final del disco. Esta totalmente permitido tirar harina para arriba mientras cantamos y recorremos a los saltos la cocina al compás de las cuerdas en la canción "Perfect Day". Pueden comer alrededor de 8 personas. Impecables, deliciosos.
Háganse un favor. Cocinen mientras escuchan música, o escuchen música mientras cocinan. Su futuro se lo va agradecer.